Es curioso cómo, con cada entrenador de la historia reciente del Real Madrid, la historia se repite, cómo todos acaban encorsetados por una idea: la BBC es intocable, inamovible.

Zidane y Benzema se abrazan en la banda (EFE).
Le pasó a Ancelotti, también a Benítez, y ahora a Zidane. Como Morata se estaba ganando más minutos a base de ganas, empuje y, sobre todo, goles, la solución del entrenador galo no fue otra que alinear al canterano junto a Bale, Cristiano y Benzema. Un 4-2-4, como si se tratara de los años 70 o de una alineación de la Play.
Y no, el fútbol no es eso. No es poner a los mejores en el campo sin más. No se pueden poner juntos a cuatro delanteros sin correr el riesgo de perder el centro del campo incluso ante un equipo menor como el Legia. Más si tus centrocampistas son Toni Kroos y Kovacic, no precisamente destacados por sus virtudes defensivas.
Si Zidane triunfó la temporada pasada fue por el respeto que le tienen los jugadores. Sus decisiones no eran puestas en cuestión por el vestuario. Si James tenía un papel residual, nadie levantaba la voz, por más que hubiera costado 75 millones. Es lo que tiene haber sido un dios del fútbol, que hasta ha podido cambiar alguna vez a Cristiano Ronaldo sin que haya un terremoto.
Ante el Legia traicionó todo eso. Las buenas actuaciones de Morata debían ser premiadas, pero a costa de Benzema, o quizás de Cristiano, aunque sea utópico. Un descanso a Bale tampoco está de más de vez en cuando, dada su propensión a lesionarse. Pero Zidane eligió juntarlos a todos, y el resultado fue el desastre que todos vimos.
Ya dijo el galo al llegar que la BBC era intocable, y lo repitió hace pocas semanas cuando se le volvió a preguntar por ello. Y con esa frase se mete en problemas él solo.
Por suerte, no era un partido decisivo y el resultado solo complica las cosas en la Champions al Real Madrid, al menos a priori. Y deja en un muy mal lugar a Zidane. Seguro que no se vuelve a repetir.
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